lunes, 25 de febrero de 2019

Ibérico, la denominación de origen de calidad en las carnes


Cuando escuchamos la palabra ibérico detrás de un tipo de carne, ya sabemos que vamos a disfrutar de un sabor y una calidad sin igual, pero lo que muchos de nosotros no sabemos es que aún hay otro tipo de carne ibérica que es superior, aquella en la que el animal ha pasado parte de su vida alimentándose de bellota.
Está claro que hay diferencias entre las carnes de cerdo que podemos encontrar en el mercado, y la carne de cerdo ibérico que es sinónimo de distinción y de calidad. Podemos comenzar señalando lo que separa la carne de cerdo blanco de la carne de cerdo ibérico, pues solo a la vista ya podremos encontrar la primera distinción. En el primer tipo se verá muy magro, es decir apenas tendrá grasa, mientras que el cerdo ibérico será bastante más jugoso, más sabroso, en su textura se puede apreciar grasa entreverada, algo fundamental para proporcionar las características organolépticas propias de este tipo de carne y que la hacen tan especial.


La campaña de la bellota
Como decíamos al principio de este texto, existe una carne ibérica de calidad superior, que no es otra que aquella que proviene del cerdo que disfruta de la campaña de la montanera o de la bellota, algo que ocurre anualmente en los meses de frío, aproximadamente en los meses que van de noviembre a marzo.
El animal se alimentará durante sus últimos meses de vida con una dieta a base de bellotas y pasto provenientes de las dehesas españolas, lo que le dará la denominación de carne ibérica de bellota, ofreciendo un producto cárnico todavía más sabroso, suave y con un aroma inconfundible.
Si las betas de la carne ibérica le conforman una grasa saludable, con la bellota esta se vuelve aún más recomendable para nuestra salud, pues un grupo de investigadores extremeño ha demostrado que su consumo, comparado por muchos como un olivo con patas, reduce los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares, previene el aumento de la tensión arterial y la trombosis, además de disminuir notablemente la presencia de los lípidos perjudiciales y aumentando los antioxidantes.
La grasa de la carne de cerdo ibérico produce de forma natural un efecto muy beneficioso para el colesterol de las personas debido a que facilita el aumento del HDL, más conocido como colesterol bueno, y reduce el LDL o colesterol malo. Si hablamos de las carnes ibéricas de bellota, el efecto de este beneficio se multiplica.

Una forma evidente de distinguir este tipo de carne es en el momento de cocinarlas, ya que al colocarlas en la sartén no soltarán agua ni se encogerán perceptiblemente, y esto ocurre porque su composición es 100 % natural.

Manipulación y conservación de la carne de cerdo ibérica
Al ser una carne exquisita, de sabor y propiedades organolépticas propias e inconfundibles, debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para que podamos consumirla en perfecto estado, recordando una serie de simples consejos.
El primero de ellos es de lógica, aun así, conviene recordarlo, la carne fresca de cerdo ibérico debe mantenerse no solo en el frigorífico, sino en la parte más fría de este, durante un tiempo máximo de entre tres y cinco días. Debería conservase en un envase de rejilla para que el jugo que vaya desprendiendo la carne quede aislado.
Si se va a congelar, algo común en los procesos industriales para su comercialización, debe alcanzar temperaturas mínimas de -18º C, aguantando de esta forma hasta cuatro meses las piezas grandes y medianas. Es aconsejable iniciar la descongelación en el propio frigorífico, evitando dejarla expuesta a la temperatura ambiente para que las bacterias patógenas no la contaminen demasiado rápido. Evidentemente, como con cualquier otra pieza de carne, una vez descongelada no se podrá volver a congelar.

En cuanto a su manipulación también debemos evitar las contaminaciones cruzadas, separando siempre los alimentos crudos de los cocinados y, si fuera posible, trabajarlos por separado y utilizando utensilios específicos para cada uno. Si esto no pudiera ser, se lavarán cada vez que cambiemos de cocinado a crudo y viceversa.

En general, la calidad de la carne de cerdo estará relacionada con las distintas partes del animal, sexo y edad, siendo la parte trasera la de mayor calidad y la que tiene un mayor valor biológico, es decir, con menos grasa y más digestiva.  


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